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Description

A medio camino entre la alameda y La catedral- el zócalo, el hospital de las Clarisas fue testigo de las innumerables intervenciones militares del siglo XIX.
Además, contemplaba a tiro de piedra las costumbres sociales y de entretenimiento que se llevaban a cabo ya fuera en la Alameda o en la Plaza de la Constitución.
En eso se distraían las monjas clarisas, al tiempo que regresaban a cuidar y curar de las enfermas mentales, pues de enfermos varones, ya se encargaban otros.
Hasta que llegó Víctor el tuerto, con la consabida desgracia de que se enamoraría de una monja.