En Cuernavaca, en el Panteón de La Leona, existe un mausoleo muy particular, en cuyas columnas y paredes hay una especie de recubrimiento de espejos de los más diversos tamaños.
Dicen que es la tumba de Josefa, mujer que sobresalió en su vida por su belleza y porte.
Pero una enfermedad, a manera de maldición, acabó con ese privilegio.