En una de las tabernas de peor fama de la Ciudad de México, se juntaban los criminales de la peor calaña. Uno de ellos era Pedro, conocido por profanar las tumbas de los hombres de dinero y quitarles sus recuerdos y posesiones más intimas. Hasta que se topó con una bruja, la cual le hizo ver y sentir su suerte.