"En mi cerebro", decía Houdini, "está la clave de mi libertad, ahí está la llave que puede liberarme de cualquier candado". Patrick Mahomes también la tiene. Y por eso se convirtió ya en el Houdini de la NFL; en el gran escapista; en el mago de lo inesperado; en el portento de los recursos interminables. Tras el retiro de Tom Brady, Mahomes le grita al mundo que él toma el mando. Él es la vanguardia; es el disrruptor de su posición en la liga. Gracias a Mahomes y a sus dos anillos de Superbowl en apenas cinco años; el nuevo prototipo de quarterback está definido. Ya no son los lanzadores quirúrgicos como Brady, Manning o Rodgers; eminentes cirujanos de alta precisión; ahora todo indica que lo serán mariscales como él, atletas capaces de pasar, correr, escapar, mutar, transformarse, en lo que sea necesario, para poder ganar. Mahomes es un decodificador de laberintos. Si la jugada se rompe, Mahomes es aún más peligroso, porque le sobra inventiva para resolver. Ser el más valioso de la temporada y el MVP del Superbowl en el mismo año, lo vuelve indiscutible. Y es él, quien encabeza a la nueva generación de quarterbacks que proyectan a la NFL hacia el futuro. Hasta el 2022, hay 36 mariscales de campo en el Salón de la Fama de la NFL. El inolvidable Warren Moon, figura de los petroleros de Houston, es el único quarterback afroamericano en el recinto de los inmortales. Pero Moon no estará solo por mucho tiempo. Los tiempos ya cambiaron, una nueva generación, con Mahomes, el gran escapista a la cabeza va en camino.