Mientras esperamos la venida de Jesús, vivamos despiertos y atentos también a lo que ocurre en la sociedad. Vivamos atentos para no ser engañados por las mentiras de los poderosos. Que sus discursos altaneros y sus amenazas no nos atemoricen ni nos hagan creer que los esfuerzos por transformar la sociedad son inútiles. No nos dejemos arrastrar por la indiferencia, no nos resignemos a vivir con miedo, ni nos acostumbremos a la injusticia y al sometimiento de los tiranos. No nos durmamos. Estar dormidos es vivir en la inconciencia, en el derrotismo y en la mediocridad. Jesús nos invita a despertar.