Casi nada en la música de Beethoven es previsible, igual que en su vida misma. Su existencia es un puro contraste entre caos y armonía. Igual que sucede con los dioses mitológicos del Olimpo, en sus composiciones Beethoven viste de humano lo divino y viceversa.
“Sólo el arte y la ciencia pueden elevar a los hombres al nivel de los dioses”, dejó escrito en una carta En el segundo episodio dedicado a la psicología de este titán de la música, exploramos los contrastes de su comportamiento, y vemos si acaso Beethoven tenía una personalidad, como artista genial, muy distinta de la de otros artistas geniales.
Este segundo episodio dedicado al genial músico va a ser, quizá, más cercano a la teoría de la personalidad tal como lo trabajamos los psicólogos. En él, intentaré mostrarte los rasgos que caracterizan a la personalidad de un artista genial y qué le une o le diferencia del resto de los mortales.
Agradezco la inspiración de mi admirado Luis Ángel de Benito, del que tanto aprendo en su programa "Música y Significado" de RNE y también la tesis doctoral de la profesora de psicología Abigail Jareño, de donde he extraído algunos párrafos de cartas y diarios del músico y de sus contemporáneos.
Como en el episodio anterior dedicado a Beethoven, los fragmentos musicales que acompañan mi voz no corresponden a la cronología de los hechos que se relatan, si bien todos pertenecen a las obras del compositor.