Los encarcelamientos de Pablo en Roma son un gran rompecabezas, y el Espíritu Santo tampoco nos da todas las piezas. Pero sí tenemos suficientes datos para entender bien la filosofía de Pablo y su actitud como prisionero en la ciudad más poderosa de aquel entonces. Su enfoque estaba fijo en Cristo y su obra, y podemos decir con toda confianza, que por pequeña que fuese la oportunidad que se le presentara, Pablo la asumía con energía y fe. Al final de su vida estaba cansado pero satisfecho, listo para recibir de su Señor el descanso y la recompensa que sabía que le esperaba. ¡Qué ejemplo! (EH44)