CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (1490-1550)
Dame, Amor, besos sin cuento,
asida de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos
y tras ellos mil y ciento,
y después
de muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta,
desbaratemos la cuenta
y contemos al revés.
INGENIO. Cristóbal de Castillejo fue contemporáneo de Garcilaso; sin embargo, no se sumó a la moda italiana que acabaría triunfando de forma aplastante. El permaneció en el octosílabo, el verso tradicional castellano y siguió elaborando una poesía que valiera tanto como el ingenio necesario para discurrirla. No era cuestión de elegancia en el estilo, sino artesanía en los conceptos y juego en las formas. El poema se parece a los acertijos: hay una idea que viene envuelta en la hojarasca de las palabras. También hay algo como de trabalenguas: mucha repetición y alguna dificultad en la pronunciación. En fin, Garcilaso acabó con todo ello; o mejor dicho, lo supeditó a la idea superior de la belleza, la que desde entonces es para nosotros la belleza sin adjetivos.