La siguiente revolución tecnológica no tiene que ver con la potencia de los chips, sino con la capacidad de las máquinas para entender emociones humanas. Desde dispositivos que detectan el tono de voz y las expresiones faciales, hasta inteligencias artificiales que ajustan su respuesta según nuestro estado de ánimo, la llamada tecnología afectiva ya está en marcha.
Este episodio explora el avance de la inteligencia emocional artificial, sus aplicaciones en educación, salud y atención al cliente, y los dilemas éticos que plantea. Un viaje hacia un futuro en el que los dispositivos no solo procesan datos… sino también sentimientos.
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