¡Ni Yo Tampoco!”
¿Cuántas veces te has negado a cambiar, sólo porque alguien te lo sugirió?
A menudo, las personas adultas nos comportamos como niños pequeños porque nos sentimos “dolidos”.
Cuando alguien nos sugiere que cambiemos algo, esa insinuación suele herir nuestro ego. Como consecuencia, tendemos a protegerlo e ignoramos la sugerencia.
Lo terrible es que, en esa decisión, echamos por la borda una magnífica oportunidad para avanzar de verdad en la vida.