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¿cómo, pues, es su hijo?
Marcos 12.37
Nos encontramos en la última semana del ministerio de Cristo en la tierra. En esta ocasión fue el Señor quien hizo una pregunta. Su intención no era crear problemas a sus oponentes judíos, sino que quería enfrentarlos con una cuestión que les daría la clave para entender las profecías mesiánicas y la Persona del Mesías. Los términos "Cristo" y "Mesías" son las palabras griega y hebrea que quieren decir "Ungido". La razón para este título es que en los tiempo antiguos cuando se coronaban a los reyes se hacía "ungiéndolos" con aceite. Ahora bien, el Señor hizo referencia a la acertada deducción que los escribas habían hecho de que el Mesías había de ser "hijo" o "descendiente" del rey David. De hecho, esto era algo que todos los judíos creían: "¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?" (Juan 7:42). Jesús nunca había puesto objeciones cuando en diferentes ocasiones la gente le había llamado por el título "hijo de David". Ese fue el caso del ciego Bartimeo en Jericó (Mr 10:47), o de las multitudes cuando Jesús llegó a Jerusalén (Mr 11:10). ¿Era Jesús el "hijo de David" al que los judíos esperaban? Por su puesto que sí, y por eso nunca les corrigió cuando se referían a él de esa forma. Pero el problema es que las multitudes interpretaban este título con ideas muy terrenales y con una fuerte carga política y nacionalista. Esto era lo que Jesús se proponía aclarar a la luz de las Escrituras. Jesús era del linaje de David, es esto estaban de acuerdo los escribas y el pueblo pero Jesús no solo era de linaje de David sino que era la raíz de David. Por eso el Señor para explicar esto usa el salmo 110.1. Donde por el Espíritu Santo, el rey David llama al Mesías su Señor. Entonces si es su Señor como podría ser su Hijo? La única explicación lógica es que el Mesías ya existiera en el tiempo en que David había escrito el Salmo, sólo de esta manera podría dirigirse a él. Pero además, no debemos pasar por alto el hecho de que David se refiere al Mesías como "Señor", que para los judíos era un título con el que únicamente se dirigían a Dios. Esta era una cuestión vital a la que los escribas no prestaban la debida atención. Para ellos la preocupación principal consistía en establecer la genealogía de David, pero nunca se habían detenido a pensar sobre el carácter trascendente del Mesías. La respuesta es que el Mesías (Jesús) existió mucho más antes que David porque era Dios. El libro de Apocalipsis recoge esta doble verdad cuando el mismo Jesús se presenta como "la raíz y el linaje de David" (Ap 22:16). Jesús era del linaje de David pero también era la raíz de David, es decir David vino de la raíz de Jesús. Por lo tanto, la conclusión lógica es que el Mesías tenía que ser humano, pero también divino. Como hijo de David, sería humano. Como Señor de David, sería divino. Y esta era la verdad que los escribas no habían llegado a comprender. Y es el mismo problema que tienen también los racionalistas y modernistas de nuestro tiempo. Jesús había afirmado en innumerables ocasiones que él había existido desde la eternidad. Por ejemplo, los judíos se escandalizaron cuando les dijo que "antes de que Abraham fuese, yo soy" (Jn 8:58). Y lo mismo les ocurrió cuando con toda claridad afirmó su filiación divina:
(Jn 5:18) "Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios."
(Jn 10:33) "Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios."
Pero en cierto sentido, podemos entender su reacción. Ellos había sido educados en el estricto monoteísmo del Antiguo Testamento, y las declaraciones de Jesús les parecían que rompía este principio sagrado. Y a muchos les ocurre lo mismo cuando escuchan hablar de la Trinidad. Pero la idea de un Dios en varias personas ya estaba presente en las Escrituras, y el Salmo 110 es un claro ejemplo de ello.
A la vista de todo esto, podemos concluir que en este Salmo, Dios Padre se estaba dirigiendo a Dios Hijo concediéndole la honrosa posición a su diestra. Quedaba claro que aunque David había sido un gran rey, la invitación a sentarse a la diestra de Dios no se dirigió a él. Sólo Jesús se puede sentar a la diestra del Padre porque es Dios. David era hijo y Jesús era el Señor.
Que hermoso saber que somos hijos de Dios. Que hemos sido engendrados por Él, no por un hombre, no por una religión. Tenemos la naturaleza de Dios viviendo en nosotros. Siempre Dios quiso estar cerca del hombre que Dios creo. Estuvo cerca de el en el huerto de Edén, estuvo en medio de el en el Tabernáculo pero ahora está en nosotros por medio de su Santo Espíritu. Dios nos ha dado la autoridad, el derecho de ser hechos hijos de Dios, Juan 1.12. Su amor es tan grande e inexplicable por nosotros que siempre quiso que fuéramos no solo sus criaturas sino sus hijos 1 Juan 3.1. Somos su familia.
De esta pregunta que Jesús hizo, podemos aprender verdades maravillosas de la Palabra de Dios. Vemos que Jesús es eterno, Jesús es Dios. Siempre ha existido, no tiene principio ni fin de días. Aprendemos que cada cosa escrita en la Biblia es verdad y se cumple. Vemos también que Dios nos ha dado el precioso privilegio de ser usados por Él para la extensión de su Reino. Y finalmente entendemos que somos hijos de Dios, esta maravillosa verdad nos da seguridad, confianza, gratitud a Aquel que dio su vida por nosotros.