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¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Marcos 9. 21
Jesús y tres de sus discípulos más cercanos comparten un momento increíble juntos en el Monte de la Transfiguración. Pero a medida que descienden por los hombros inclinados de la montaña, se ven envueltos por una gran multitud y un montón de escribas discutidores. Jesús y estos tres discípulos fueron del monte de la Transfiguración, del monte de Gloria al valle de la miseria, dolor y debilidad del ser humano. Así como Moisés cuando bajo del Monte Horeb después de estar con Dios y encontró al pueblo de Israel en medio de la idolatría, así nuestro Señor descendió del monte de su transfiguración y encontró a una nación incrédula y rebelde.
El debate entre los discípulos y los escribas se centra en un niño controlado por un demonio. Los nueve discípulos quisieron votar el demonio del niño pero no pudieron. Todo lo que los escribas pueden hacer es señalar con el dedo y criticar. Mientras tanto, a un lado, un padre desesperado por la situación de su hijo y viendo que no se podía hacer nada. Cuando Jesús entra en el círculo de debate, este padre, que se preocupa profundamente por su hijo, da un paso adelante para presentar su caso.
Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
El desafío de criar a un niño con convulsiones es una cosa; agrega un demonio a la ecuación y el desafío se convierte en una pesadilla. Lucas también menciona que el niño es el único hijo del padre. Y cuando agrega ese marco a la imagen trágica, la escena se pone aún más desgarradora.
Qué padre para más angustiado, da tristeza el dolor que tenía este padre y mueve a misericordia la situación del muchacho. Este padre sufría por años por su único hijo amado y había intentado todo para poder ayudar a su muchacho pero nada ayudaba, cómo sufriría este padre al ver a su hijo en la condición en que se encontraba. Porque si hubiera sido un problema económico, él hubiera trabajado con todas sus fuerzas para conseguir dinero, si hubiera sido una enfermedad, él hubiera hecho todo lo posible para hacer atender a su hijo. Pero este problema era un problema espiritual, en el cual este padre no tenía fuerza ni poder para hacer nada. Este padre amaba a su hijo y quería ayudarlo pero no sabía que hacer.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Con la atención de un médico al detalle, Lucas da una descripción aún más vívida de los síntomas del niño: "un espíritu lo atrapa, y de repente grita, y lo pone en una convulsión con espuma en la boca, y mientras lo golpea, apenas lo abandona ". La dolorosa descripción del padre de los problemas de su hijo se convierte en una súplica apasionada. Casi puedes ver las lágrimas brotando de sus ojos. Casi puedes escuchar su voz quebrándose. Sus palabras llegan tímidamente a Jesús, y el Salvador refuerza la fe del hombre. Tantas veces había visto este padre que cada cosa que hacía para ayudar a su hijo no servía que él se había vuelto incrédulo de que nada ni nadie podía ayudarlo. Entender también que en el ambiente donde estaba él y su hijo operaba Satanás y de seguro era un ambiente de incredulidad. Jesús tuvo compasión de este padre. El Seño mandó al espíritu mudo y sordo que saliera del muchacho y no volviera jamás a él. En respuesta a las palabras de Jesús, el demonio, como un niño recalcitrante que hace un berrinche en una batalla perdida con un padre, arroja al niño al suelo en un último esfuerzo por hacer valer su autoridad. Es alentador ver al padre, a diferencia de la madre, involucrado en esta historia. Muy a menudo es la madre la que queda con el responsabilidad de cuidar a un niño enfermo, pero aquí vemos al padre tomando un papel activo. Tú y yo sabemos de padres que al saber que van a tener un hijo con algún problema físico lo abandonan y se van del hogar, dejan toda la responsabilidad a la madre. Pero este no es el caso, aquí tenemos un buen padre que a pesar de tener un hijo en estas condiciones siempre estuvo con él.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Qué verdad tan increíble. No hay problema tan severo que esté más allá del alcance de las manos extendidas al cielo. Cuando el hombre levanta las manos, las emociones honestas se derraman de su corazón. Puedes imaginar la reacción del padre cuando su hijo fue purgado de este espíritu inmundo. Sus años de lágrimas acumuladas deben haber inundado sus ojos Finalmente, después de todo el pasado doloroso con este niño con problemas, recibe a su precioso hijo. Después de este suceso, los discípulos le preguntaron en privado porque no pudieron ellos liberar al muchacho del espíritu inmundo. Jesús les dijo por tu falta de oración y falta de fe.
¿Dónde ellos habían depositado su confianza? En sí mismos. O tal vez en su actuación pasada, ya que tenían un historial bastante bueno en expulsar demonios (ver Marcos 6: 7-13). Se habían acostumbrado tanto a la victoria que pensaron que este caso sería igual que los anteriores. Pensaron que no necesitaban orar por esto, o tal vez oraron poco por este problema y sufrieron una terrible derrota. El Señor les llamó la atención y los recriminó por su tiempo de oración. Pero un historial de victorias no es garantía de la capacidad continua de ganar y vencer. En la oración, nosotros modelamos! dependencia total de Dios, sin dejar espacio para nuestro poder, nuestro significado o nuestra gloria.
La duda no debe ser confundida con la incredulidad, que es una negativa a creer. En la Biblia, lo opuesto de la fe no es la duda, sino la incredulidad. Hay una gran diferencia entre duda e incredulidad. La palabra "incredulidad" se refiere a la decisión consciente y deliberada de rehusarse a creer y obedecer a Dios. Quien es incrédulo está claramente decidido. Por su parte, la palabra "duda" implica ambigüedad. Dudar significa vacilar. Implica indecisión, "creer y descreer a la vez". Quien duda tiene, por definición, algo de fe. Aunque sea al porte de una semilla de mostaza. A pesar de nuestras dudas, sigamos confiando en el Señor que Él nunca nos va a fallar.
¿Ha descuidado las relaciones con tu esposa e hijos? ¿Tu trabajo u otras responsabilidades te han impedido ser el padre involucrado que deberíamos ser? ¿Has estado viviendo una vida espiritualmente agotada y sin oración?
O, como el padre de la historia, ¿te has remangado tus mangas para involucrarte directamente en la solución de los problemas que afectan a tus hijos? ¿Crees que "todo es posible para el que cree"? La fe viene de oír la Palabra de Dios y el oír por la Palabra de Dios, romanos 10.15.
¿Qué podrías hacer, a partir de hoy, para darle a esa relación la atención que merece?
¿Qué actividad o responsabilidad podrías dejar para darte más tiempo para dedicarte a esa relación?
¿Cuál es el problema más doloroso que existe con alguno de sus hijos?
¿Qué podrías hacer para desempeñar un papel más activo en la resolución de algunos de los problemas que afectan a tus hijos?