¿Ves estos grandes edificios?
Marcos 13.2
La reconstrucción del templo de Jerusalén por parte de Herodes, que si no le devolvió al edificio la gloria que tuvo con Salomón, lo dejó en condiciones inmejorables y a los habitantes de la capital de Jerusalén les dejó gratamente impresionados, incluyendo entre ellos a los discípulos de Jesús. El templo les produjo a muchos un gran orgullo nacional, particularmente a la clase sacerdotal que se ufanaba del local con el que contaba para sus servicios litúrgicos. No era problema que se sintieran tan satisfechos del lugar, el problema es que el templo parecía ser más que Dios.
La admiración que les produjo el templo de Jerusalén sirvió a Jesús para hacerles una pregunta que fue el punto de partida para hablar de su regreso, teniendo como primera parte lo que habría de suceder en Jerusalén. Esa ciudad se convirtió y esta convertida desde entonces en el centro de las pulsaciones para conocer el retorno de Jesús. Los discípulos de Jesús quedaron sorprendidos al escuchar de parte de Jesús que el templo que ellos y los judíos admiraban tanto sería destruido. Jesús se sentará sobre su trono y toda gloria humana dará paso a su presencia. La gloria y vanagloria humana siempre crecerá, pero siempre se topará con el poder de Dios. Hay muchos ejemplos en la Biblia cuando Dios derrota la gloria humana. Principalmente en los reyes. Daniel es un libro que nos ejemplifica eso en los casos de Nabucodonosor y su hijo Belsasar.
Cristo dijo que no quedaría piedra sobre piedra. Nadie se imaginaba que sus predicciones se cumplirían al pie de la letra. 40 años después de expresarlas el general romano Tito ingresó a Jerusalén y la destruyó. El templo de Jerusalén tiene que ser reconstruido de nuevo. Los discípulos Pedro, Jacobo, Juan y Andrés extrañados le preguntan: "¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?" Ese orgullo nacional de los judíos de tener un templo tan majestuoso, tan imponente, un día dejaría de ser. Por cierto, ¿cuántos se enorgullecen hoy de sus templos, sus edificios, sus propiedades, sus grandes riquezas, sus admirables casas y cosas?, ¿creen que permanecerán para siempre?, ¿creen que sus riquezas durarán toda la vida, cuando la Biblia dice que no se ponga la confianza en ellas porque tienen alas y se van? Los judíos del tiempo de Jesús, al igual que los del tiempo de Jeremías creían que por tener un templo dedicado a Dios, se garantizaba la presencia divina en medio de ellos de manera incondicional, olvidando que eso era solamente una sombra de lo que sería realmente el templo de Dios, el lugar de la morada de Dios con su pueblo por medio de Jesucristo. Y aunque ellos llamaran templo del Señor ese lugar, el juicio de Dios vendría aún sobre ese lugar porque ellos habían abandonado al Señor. Ellos pensaban que por tener el templo de Jerusalén, Dios estaba con ellos, lo que ellos no se daban cuenta que la presencia del Señor está con aquellos que le aman y le obedecen. Ahora el templo de Dios somos nosotros los creyentes. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1 Corintios 3.16. El templo de Dios no son las paredes, el templo de Dios. La profecía de Jesús acerca del templo de Jerusalén se cumplió al pie de la letra y todas las profecías que están en la Biblia se están cumpliendo y se cumplirán.
Notemos que esta profecía no fue dada a la multitud en el templo, sino a sus discípulos en particular, a ellos era dado conocer los misterios del reino (Lc. 8:10), y el Señor va a enseñar una serie de acontecimientos que la iglesia debe conocer y entender como señales del seguro cumplimiento de lo profetizado por el Señor. En los versos siguientes el Señor dará instrucciones específicas para los creyentes que estuviesen el Jerusalén y Judea cuando llegara su destrucción, así como decía el profeta Daniel: "mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará", Dan. 11:32. Los discípulos tendrían la tarea de enseñar a otros acerca de esto, sabiendo que no habían sido llamados para destrucción sino para salvación y tendrían que testificar de esa salvación de Dios hasta lo último de la tierra. Cristo no iba a satisfacer una curiosidad morbosa, sino que estaba entrenando a sus apóstoles para que llevaran su testimonio por todo el mundo.
No quedará piedra sobre piedra de lo que no ha sido edificado por Dios, ¿sobre qué estás edificando tu vida, tu familia, tu futuro, etc.?, recuerda que si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifica. Nuestro fundamento espiritual como creyentes es Jesucristo, somos parte de su iglesia.