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Un problema importante con el adiestramiento comercial, y a veces el de otros tipos, es que nuestro clientes piensan que hacen un trato como el que he mencionado, es decir que: compran un adiestramiento, pagan con dinero y esfuerzo, y al final tienen su adiestramiento.

Pero en realidad no es así, y podemos facilitar mucho su comprensión profunda y aceptación de la necesidad de pautas de mantenimiento y cuidado del adiestramiento si, desde el principio les decimos que no les podemos vender un adiestramiento. Solo podemos alquilárselo por semanas: si no pagan cada semana les desalojarán de él.

Lo que cobramos los entrenadores sería como la fianza y la garantía de su alquiler del adiestramiento: pero tienes que pagar ese alquiler cada semana para seguir disfrutándolo. Y es al perro a quien se lo tienes que pagar, con trabajo. Con sudor diría Lydia Grant, que hablaba de empezar a pagar, porque lo que pagarían en la escuela solo era la fianza, el inicio de los pagos.