Los Espíritus de la Naturaleza no pueden ser destruidos por los elementos más densos y groseros del fuego, la tierra, el aire o el agua. Funcionan en una banda de vibración mucho más alta que la de las sustancias terrestres. Al estar compuestos por apenas un único elemento o principio -el éter en el que funcionan- (a diferencia del hombre, que está compuesto por varias naturalezas, como son el cuerpo, mente, alma, espíritu...), no poseen espíritu inmortal, y, al llegarles la muerte, simplemente se desintegran en el elemento individual original. Los que están compuestos de éter terrestre (gnomos, duendes, enanos...) son los que viven menos, y los del aire los que viven más.