“¿Por qué es pecado el cuerpo femenino si nadie viene al mundo vestido?”. Una y otra vez se lo preguntó, pero Débora Arango no encontró respuesta racional para entenderlo. No la encontró porque para ella sus pinturas solo eran un reflejo de la vida real. Fue justo eso lo que desencadenó su censura. Era una realidad invisibilizada. A la que era mejor no mirar. La antioqueña exhibió lo marginal de la sociedad para darle voz. La voz que lo más alto del poder quería acallar. Prostitutas, mendigos, políticos corruptos y el cuerpo no esbelto de las mujeres.
Débora Arango desnudó a Colombia. Sus pinturas son una especie de documento histórico sobre la memoria del país. Su actitud rebelde -aunque sin pretenderlo-, en su propia vida y obras, revolucionaron el papel de la mujer en la sociedad. Y su estilo de pincelada fuerte y colores vivos, propios del expresionismo alemán, revolucionaron la estética del arte nacional. En este episodio les contamos cómo lo hizo, una historia de censura y reconocimiento tardío.