HONRA Y GLORIA SOLO AL SEÑOR. SALMOS 44:4 Tú eres mi Rey y mi Dios; tú decretas las victorias de Israel. 5 Sólo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos, sólo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios. 6 No confío en mi arco ni dependo en que mi espada me salve. 7 Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos; avergüenzas a los que nos odian. NTV. Reconocer el poder asombroso de Dios, para un gran número de hombres es difícil, debido a que los hombres no desean compartir los méritos de sus triunfos con nadie, y menos aún dar todo el mérito de sus triunfos al eterno Creador. En la actualidad al igual que en el pasado, el hombre ha sido jactancioso y desea que todos los honores sean para sí mismo. En contraste a los hombres que viven sin Dios, el salmista al dar un breve vistazo a la historia de su nación, atribuyó los grandes triunfos que obtuvieron sobre las naciones paganas, al eterno Creador En el pasado, el pueblo hebreo libró un sinfín de batallas a lo largo de la región de Mesopotamia. Israel batalló para expulsar a las naciones paganas del territorio que el eterno Creador les había entregado como el cumplimento del pacto establecido con Abrahán. Pero después de tomar posesión de la tierra prometida, continúo batallando contra las naciones vecinas que querían invadir su reino, y otras que querían destruirlo. En la mayoría de batallas que libró Israel contra sus enemigos obtuvo la victoria debido a que el eterno Creador permanecía cerca de ellos. La memoria de lo que el Señor había hecho por su nación, motivó el corazón del salmista a alabar y glorificar el santo nombre del Señor. El salmista con todo su corazón exaltó a gran voz: Él es Rey grande y Dios fuerte, quien da victorias a los hijos indignos del indigno Jacob. Fue a través de Él que Israel pudo penetrar las filas de sus enemigos y pisar en triunfo a los que le atacaban. A diferencia de los hombres carnales, el salmista no glorificó a los ejércitos de su nación por las victorias sobre sus enemigos, más bien, dio el mérito de todas esas victorias al poder asombroso de Dios. El eterno Creador es el único que tiene el poder para dar victoria a sus hijos, sin Él, el hombre no puede hacer nada al igual que los ejércitos opositores a la nación hebrea. El merece todo el honor de cualquier triunfo que el hombre pueda obtener en su vida. Para salir a la batalla y obtener el triunfo sobre sus enemigos, muchos ejércitos confían en sus fuerzas o en el poder de sus armas, pero la nación hebrea había aprendido que, para obtener éxito en la batalla, no debía confiar en su arco, ni en ninguna otra arma creada por manos humanas, ni confiar en su espada para salvarse de la amenaza enemiga. Por eso el salmista reconoció que Dios es quien había salvado a su pueblo, y les había dado la victoria sobre los enemigos de Israel. En el pasado, Dios con su poder destruyó los carros de los ejércitos paganos, penetró los escudos y las armaduras de los soldados con total facilidad, ningún armamento pudo ser frente a Dios. Los ejércitos del mundo pueden armarse hasta los dientes, pero si Dios no está con ellos, no les servirá de nada, serán derrotados y avergonzados como las naciones paganas enemigas del pueblo hebreo Queridos hermanos, el salmista en contraste a los hombres que viven sin Dios, no glorificó al ejército de su nación, por las victorias que habían obtenido en el pasado sobre sus enemigos, más bien, atribuyó esos triunfos pasados de Israel al eterno Creador. Además, reconoció a Dios como su Rey y Señor. Hermanos, al igual que el salmista, no debemos glorificarnos por los triunfos o logros que obtengamos en nuestros estudios, trabajos o ministerios, la gloria de todo, la debemos dar al Señor. Él es nuestro Rey y Señor, Él es quien nos da la fuerza o el conocimiento necesario para desarrollarnos. Él nos da todo lo que necesitamos para triunfar en la vida. --- Send in a voice message: https://anchor.fm/jesus-is-life1/message