Desde su creación en 1936, el Instituto Politécnico Nacional se convirtió en un pilar fundamental de la educación en México, concebido como un motor del desarrollo industrial y, por otra parte, como una oportunidad para la igualdad al abrir sus puertas a los sectores sociales menos favorecidos del país. Por ello, en el muro de honor del Congreso de la Unión, su nombre está inscrito con letras de oro.