Los atenienses odiaban a los espartanos y estaban aguardando la primera excusa para declararles la guerra, así que aceptaron con alegría el soborno que les ofreció Artajerjes: diez mil monedas persas acuñadas con la imagen de un arquero.
En cuanto los éforos espartanos oyeron que los atenienses se habían rebelado, enviaron un mensajero a Agesilao para decirle que volviera a Esparta. El rey espartano estaba a punto de asestar un gran golpe a los persas, pero se vio obligado a obedecer la llamada. Conforme embarcaba, dijo secamente:
—Podría haber derrotado fácilmente a todo el ejército persa, y aun así diez mil arqueros me obligan a abandonar mis planes.
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Fuente: «La historia de los griegos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-griega/historia-griegos-guerber/