Los espartanos, cuando se hicieron con Tebas, exiliaron a Pelópidas, hombre rico e importante, pero permitieron que Epaminondas se quedara. En absoluto sospechaban que aquel hombre, en apariencia insignificante, llegaría a ser su mayor enemigo, y que la mera mención de su nombre les aterrorizaría en su corazón.
Pelópidas, obligado a abandonar su hogar, se retiró a Atenas, donde fue recibido hospitalariamente. Sin embargo, no estaba feliz y anhelaba volver a casa y ver a su amigo Epaminondas, cuya compañía echaba de menos.
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Fuente: «La historia de los griegos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-griega/historia-griegos-guerber/