Los romanos y los albanos se habían reunido todos para presenciar la batalla entre sus campeones, y aguardaban ávidamente la pelea que había de decidir su destino. Habían acordado que la nación que ganara gobernara sobre la que fuera derrotada en la lucha que estaba a punto de comenzar.
Animados a darlo todo por el sentimiento de que tanto dependía de su valor, los Horacios y los Curiacios se encontraron. Los romanos y los albanos, colocados a uno y otro lado, observaban el encuentro con el corazón encogido y ensordecedor silencio.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
