Sin poder marchar sobre Roma tan fácilmente como esperaba, Porsena se preparó para rodearla y sitiarla. Las perspectivas de un asedio aterrorizaban a la gente, pues no tenían mucha comida en la ciudad y temían el hambre que no tardaría en llegar.
Por tanto, los romanos tuvieron que distribuir la comida en porciones pequeñas, pero incluso así el hambre llegó pronto. Todos sufrieron la escasez de comida (todos excepto Horacio Cocles, pues los romanos cedieron un poco de su escasa comida para dársela: era esa la mejor forma que tenían de mostrar su gratitud por lo que había hecho por ellos, al privarse ellos mismos para recompensarlo a él).
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
