En cuanto Tiberio fue elegido tribuno, comenzó a hablar en el foro, diciendo sin pelos en la lengua que era una vergüenza que no se respetara la ley Licinia, y que la tierra debía volver a distribuirse. Mostró claramente lo malo que era para los pobres plebeyos no tener tierras ni trabajo, e insistió en que debían tener posibilidades de ganarse la vida.
Los pobres, que deseaban trabajar, escuchaban aquellos discursos con deleite, pero los ricos, que poseían las tierras y no deseaban desprenderse de nada, estaban muy enfadados con aquel atrevido tribuno.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
