Varios años antes de la muerte del emperador, habían convocado a Tiberio varias veces en Roma, pues Augusto no sospechaba lo malo que podía llegar a ser. Incluso adoptó a Tiberio como a su propio hijo y sucesor y le dio los títulos de césar y emperador. Sin embargo, le fueron dados solo con la condición de que a su vez él adoptara a su sobrino Germánico.
Este joven era tan bueno y leal como Tiberio era malo y deshonesto. Como era muy valiente, le dieron el mando de las legiones romanas del Rin, y allí se ganó el afecto de todos sus soldados.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
