Poco después del regreso de Germánico desde el norte, llegaron noticias de que los partos amenazaban con una invasión. Tiberio mandó inmediatamente a su hijo adoptivo que fuera a Asia para enfrentarse a ellos, pero, como seguía celoso de Germánico, se dice que en secreto dio órdenes a un agente suyo, Pisón, para que lo matara.
El pobre Germánico, que no podía imaginarse aquellos malvados tejemanejes, tomó la copa envenenada que le ofreció Pisón y murió poco después de beber de ella. Sus soldados estaban tan enfurecidos por su muerte que habrían matado al traidor si no hubiera huido.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/