Tal fue la crueldad de Sejano y las torturas que infligió sobre el pueblo que muchos se suicidaron para evitar caer en sus manos. Las noticias de estos hechos dejaron a Tiberio bastante indiferente, pero su cólera despertó cuando alguien tuvo el coraje suficiente de decirle que Sejano estaba planeando hacerse emperador en su lugar.
Aunque ahora odiaba a Sejano, Tiberio hizo ver que confiaba en él más que nunca. Envió un mensajero a Sejano con una carta llena de elogios, y al senado, una con órdenes de encarcelarlo. Sejano se presentó en el senado cuando se iba a leer esta carta, y al principio todos le mostraron el usual respeto, pero, pocos minutos más tarde, la escena cambió por completo.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
