Galba tenía más de setenta años cuando fue proclamado emperador, por lo que era obvio que no tendría tiempo de hacer todo lo que tenía planeado. Puso mucho empeño en refrenar la insolencia de los soldados, castigar el vicio y llenar el exhausto tesoro público, pero no llegó a lograr nada de eso.
Tenía varios favoritos, y, según sus consejos, era o demasiado severo o demasiado suave. Su falta de firmeza hizo que no tardara en haber descontento y revueltas. Como no tenía un hijo que fuera a sucederle, Galba quiso adoptar a un joven noble llamado Lucio Calpurnio Pisón Frugi Liciniano, pero el senado y los soldados no aprobaron esta decisión.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/
