Una vez, mientras los dioses estaban construyendo sus moradas y ya habían terminado Midgard y Valhalla, llegó cierto artesano y les ofreció construirles unas fortificaciones tales que estuvieran totalmente a salvo de las incursiones de los gigantes de hielo y de las montañas. Pero pidió como pago a la diosa Freya, además del sol y la luna. Los dioses aceptaron sus condiciones, siempre y cuando completara el trabajo él solo sin la ayuda de nadie, y todo ello en un único invierno; pero, si quedaba algo por hacer el primer día de verano, debía renunciar al pago. Ante estas condiciones, el artesano estipuló que debían permitirle usar a su caballo Svadilfari, y por consejo de Loki se lo concedieron.
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