Es un fármaco que supone una revolución en el tratamiento de dos enfermedades raras: la beta talasemia y la enfermedad de células falciformes. Además, se trata del primer medicamento basado en la tecnología CRISPR, llamada a revolucionar la medicina. Pero su precio no es barato: 2,2 millones de dólares en EEUU. ¿Cómo puede hacer frente la sanidad pública a una factura como esta?