La palabra preocupación significa «partido en dos». Y eso es precisamente lo que hace la ansiedad: nos divide. Es como si nuestro cuerpo anduviera obedientemente en una dirección, pero nuestra mente estuviera en cualquier otra parte. El resultado es que vivimos ansiosos, sin poder dormir por la noche ni disfrutar nuestra vida durante el día. Solo Jesús puede darnos la paz que nuestra alma necesita aun en medio del caos.