Algo de lo que suelen quejase usualmente las mujeres es que una vez el hombre ha entendido el poder que tiene el clítoris, olvida todo el resto del cuerpo y se concentra solo en ese punto, hasta cierto punto es entendible, la mayoría de los hombres saben que estimulando el clítoris van a lograr una mayor excitación en un periodo de tiempo más corto, sin embargo la excitación femenina no funciona así, de hecho puede que se logre la lubricación, pero eso no quiere decir necesariamente que ya sea el momento de la penetración, permíteme hacer una analogía en otro contexto, imagina que vas a la playa a pasar el día con tu pareja, lo que buscaría la mayoría de los hombres es llegar lo más rápido posible para comenzar a disfrutar de la playa, en cambio para la mujer, desde que salen de casa empieza el proceso de disfrutar del viaje, pararse a desayunar en algún lugar, luego comprar las cosas que hacen falta, disfrutar del sol, la brisa, y de todo lo que implica el viaje en sí, y eventualmente por supuesto llegar a la playa, es decir ellas disfrutan el viaje como preámbulo de la llegada a la playa, pero lo que no puedes esperar que disfrute el día si llegan a la playa como si se lanzaron en paracaídas o con el chasquido de los dedos como Thanos, es un proceso que empieza con la preparación del viaje para después llegar a la playa, si entendiste la analogía sabes a lo que me refiero, no puedes ir al clítoris de una vez, debes hacer un recorrido antes, en el caso de la sexualidad ¿un recorrido por dónde? Pues por las zonas erógenas de tu pareja, y es precisamente de lo que hablaremos el día de hoy.