Déjame contarte una breve historia. Pedro y Ana han estado casados por 7 años, además de 3 años de noviazgo, empezaron de maravilla, como cualquier pareja enamorada, sin embargo en los últimos años se viene repitiendo un patrón que es muy fácil de ver, se enojan por cualquier cosa, de hecho no tiene que ser algo particularmente grave, pero, genera suficiente malestar como para iniciar una discusión, y algo que empezó como una conversación simple y en buenos términos se convierte para Pedro y Ana en una pelea donde se insultan, se gritan, se ofenden e incluso puede que se lancen uno que otro plato, y todo esto se da de manera tan rápida y violenta que pareciera que habláramos de una transformación tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde, las consecuencias de esta situación, decir cosas que no sentimos solo con la intención de herir a nuestro cónyuge, pero sin pensarlo, planificarlo e incluso quererlo ¿y por qué sucede esto? Bueno porque en ese momento no son dos personas discutiendo, son dos personas y sus respectivos cerebros que también forman parte de la dinámica y tienen un rol muy, pero muy importante en la forma en que se da la pelea, ahora bien, si te has preguntado en algún momento porque pasamos a una simple discusión de pareja a, que la casa se convierta en una boda griega, bueno, es precisamente de lo que hablaremos el día de hoy.
