Madre y mujer
Antes de ser hombre,
fui niño y siendo niño,
fui hijo y como todo hijo
tuve lo que los hijos tienen.
Una madre, una mujer eterna
y fui parte de ella, nací de ella,
colgué de su cuello y sus pechos.
Repetí una y todas sus palabras
y aprendí a ser pan en su horno sin fuego.
Persiguiendo sus sombras cada noche
y de día, la luz de mi único lucero.
Y fue así que crecí y me hice hombre,
siendo hijo imperfecto de una madre perfecta,
que un día, sin estar yo pronto,
me dejó sin nido y voló hacia el cielo.
Y sin saberlo, la busque bajo las piedras,
de cada acera, de cada calle, de cada pueblo,
para encontrar en otra lo que había perdido
y llamarla mujer, esposa y amiga a tiempo pleno.