Había una chica llamada Laura, una joven introvertida y solitaria que rara vez salía de su casa. Desde temprana edad, había desarrollado un miedo irracional a ser víctima de violencia, robo, ataque o accidente. Su temor la mantenía prisionera en su propio hogar, donde se sentía más segura. Laura vivía en una pequeña casa en las afueras de un tranquilo pueblo. Las ventanas estaban cubiertas con gruesas cortinas, y las puertas siempre permanecían cerradas con llave. Pasaba sus días sumergida en libros, pinturas y música, encontrando consuelo en las formas de arte que llenaban su hogar. Era una apasionada coleccionista de cuadros y tenía una debilidad especial por un grupo de pinturas de hombres. Estos retratos, realizados por un artista desconocido, colgaban en las paredes de su sala de estar. Laura se sentía atraída por su misterio y la intensidad de las miradas capturadas en los lienzos. Una noche, mientras Laura estaba sumida en la lectura de un libro de terror, comenzaron a oírse pasos extraños en la casa. El sonido se acercaba cada vez más, y el corazón de Laura latía con fuerza. Sintiendo un escalofrío recorriendo su espalda, se levantó y se dirigió a la sala de estar. Al entrar, su mirada se encontró con el cuadro favorito del grupo de hombres. Pero algo era diferente. La mirada del retrato parecía más penetrante, sus ojos llenos de malicia. Laura dio un paso atrás, sintiendo un profundo temor en su interior. De repente, la figura pintada en el cuadro cobró vida. El hombre salió del lienzo, su figura distorsionada y grotesca. Laura retrocedió horrorizada mientras el intruso se acercaba lentamente hacia ella. La joven intentó huir, pero sus piernas se sentían como plomo. El hombre del cuadro la alcanzó y la agarró con fuerza. Laura luchó desesperadamente, pero sus esfuerzos fueron en vano. El intruso la apuñaló repetidamente con un cuchillo afilado, llenando la sala de estar de sangre. La vida de Laura se desvaneció rápidamente mientras el hombre del cuadro contemplaba su macabra obra. Después de asegurarse de que estaba muerta, el hombre regresó al lienzo, desapareciendo una vez más en la pintura. Días después, la policía encontró el cuerpo sin vida de Laura en su casa. La noticia de su trágico final se extendió por el pueblo, dejando a todos consternados y horrorizados. El cuadro favorito del grupo de hombres fue retirado y guardado en un lugar seguro, como un recordatorio sombrío de la fatídica historia de Laura. Desde entonces, la casa quedó abandonada y envuelta en una aura de miedo y misterio. Algunos dicen que, en noches silenciosas, aún se pueden escuchar los pasos de Laura y el susurro de su cuadro preferido, advirtiendo a aquellos que temen el mundo exterior sobre los peligros que pueden ocultarse incluso en las formas de arte más hermosas.José Pardal
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