Listen

Description

En el pintoresco barrio de Salamanca, en medio de sus elegantes calles y majestuosos edificios, vivía un hombre llamado Alberto Carpintero. Alberto era un cantante talentoso y carismático, conocido por su voz melodiosa y su actitud siempre alegre. Todos los días, sin falta, salía a caminar por la acera mientras entonaba canciones alegres y disfrutaba de su taza de café habitual en el café local. La gente del barrio admiraba a Alberto y se alegraba con su presencia. Sus melodías llenaban el aire y traían una sensación de felicidad a todos los que lo escuchaban. Era como si su voz tuviera el poder de disipar cualquier tristeza o preocupación. Sin embargo, un día fatídico, mientras Alberto paseaba por la acera, el canto alegre que solía acompañarlo se apagó abruptamente. Una vieja y enigmática mujer, conocida por todos como "la loca de las macetas", había estado merodeando por el vecindario, cambiando las macetas de sitio de manera obsesiva y sin motivo aparente. En medio de su desquiciada obsesión, la vieja loca dejó caer una de las macetas desde el balcón de su apartamento. La maceta, llena de tierra y plantas, se precipitó hacia abajo con una fuerza inesperada y golpeó a Alberto en la cabeza. Un silencio mortal se apoderó del lugar cuando el cuerpo inerte de Alberto se desplomó en la acera. La noticia de la trágica muerte de Alberto Carpintero se extendió rápidamente por el barrio Salamanca. La comunidad estaba devastada por la pérdida de su querido cantante, y el espíritu alegre que solía llenar el vecindario se transformó en una atmósfera pesada y sombría. Con el paso del tiempo, los rumores empezaron a circular sobre la vieja loca de las macetas. Se decía que estaba maldita y que su obsesión por cambiar las macetas de sitio era una manifestación de su trastorno mental y su conexión con fuerzas oscuras. Algunos afirmaban que la maceta que había caído sobre Alberto había sido un acto malévolo, una especie de sacrificio que le había arrebatado la vida y condenado su espíritu a vagar por la eternidad. A partir de entonces, el barrio Salamanca se convirtió en un lugar encantado y tenebroso. Los lugareños aseguraban escuchar susurros inquietantes en las noches, como si el espíritu de Alberto aún estuviera presente, buscando venganza contra la vieja loca y su siniestro poder sobre las macetas. La casa de la vieja loca se convirtió en un lugar temido y evitado por todos. Las macetas, ahora abandonadas y cubiertas de polvo, permanecían en el balcón como un recordatorio constante de la tragedia que se había desatado. A medida que pasaban los años, la historia de Alberto Carpintero y la loca de las macetas se convirtió en una leyenda urbana que se transmitía de generación en generación, infundiendo miedo y cautela en los corazones de quienes habitaban el barrio. Y así, el barrio Salamanca quedó marcado por una terrible historia de horror y tristeza. El canto alegre de Alberto Carpintero se apagó para siempre, reemplazado por el eco de susurros lúgubres y el recuerdo de una maceta que cayó del cielo y cambió el destino de todos los que la presenciaron.Jose Pardal