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Description

En las callejuelas adoquinadas de St. Georges, Granada, resonaba la melodía de la infancia de Arthur Briggs. Nacido en la primavera de 1901, su corazón latía al ritmo de las olas del Caribe y el susurro del viento tropical. Su madre, una mujer de fuerte espíritu, le transmitió el amor por la música, aunque poco se sabía sobre su educación en aquel rincón lejano del imperio británico. Un día, en 1917, el destino llamó a la puerta de la modesta casa familiar. Con su padre recientemente fallecido, Arthur decidió cruzar el océano hacia Nueva York. El Jazz, un embriagador rumor que llegaba desde el Harlem de los sueños, se convirtió en su brújula. La joven trompeta de Briggs resonó con la polifonía de la ciudad, mezclándose con las calles llenas de creatividad y los clubes rebosantes de innovación. Su habilidad pronto atrajo la atención de maestros musicales de Harlem, entre ellos, Sidney Bechet y James Reese Europe. La orquesta sincopada del sur, una banda militar segregada, se convirtió en su pasaporte para llevar el jazz a lugares insospechados. Desde el Palacio de Buckingham hasta las vibrantes calles de Viena, Briggs irradiaba la esencia del jazz, desafiando las fronteras musicales y dejando su huella en cada acorde. En una noche estrellada en Estambul, la historia de Briggs tomó un giro inesperado. Amenazados por un oficial turco, la orquesta se vio obligada a tocar durante la ejecución pública. El eco de la trompeta de Briggs resonó en la ciudad mientras la música se convertía en testigo involuntario de un oscuro capítulo de la posguerra. A medida que la década de 1920 avanzaba, Europa sucumbía al embrujo del jazz, y Briggs lideraba la revolución musical. En Berlín, compartió notas con Marlene Dietrich, fusionando estilos y desafiando las convenciones. Sin embargo, la sombra del nazismo se cernía sobre él, llevándolo a la oscuridad de un campo de concentración en Saint Denis. Cuatro años de frío y silencio no lograron apagar la chispa musical de Briggs. A su liberación, Paris se convirtió en el lienzo donde reconstruyó su vida. Se casó, tuvo una hija llamada Barbara, y guardó sus trompetas como tesoros de un pasado lleno de notas y resistencia. En sus últimos días, las grabaciones de una entrevista revelaron verdades ocultas sobre su origen. Granada, no Harlem, era su tierra natal. La historia tejida para escapar en 1917 se desentrañó, pero el legado de Briggs perduraba. Barbara, su hija, relataba con orgullo la figura paterna que la cuidó en las calles parisinas. "Mi papá siempre prefería recordar las notas alegres, aunque la vida le enseñó muchas en tonos oscuros", contaba. El jazz se desvaneció de sus días, pero la música de Arthur Briggs continuó, inmortalizada en las historias de una era irrepetible. Así concluyó la sinfonía de Arthur Briggs, un viaje desde las playas caribeñas hasta las noches iluminadas de París, llevando consigo la magia del jazz y dejando un legado que resonaría por siempre en las notas del tiempo.José Pardal