Érase una vez, en las profundidades del océano, dos peces muy diferentes: una lubina llamada Lucía y un lenguado llamado Leo. Estos dos peces, a pesar de ser de especies distintas, compartían una preocupación en común: el cambio climático. Un día, mientras nadaban cerca de un arrecife de coral, Lucía y Leo empezaron a discutir acaloradamente sobre las consecuencias del cambio climático en su hogar y en el mundo submarino. Lucía, la lubina, argumentaba que la contaminación y el calentamiento global estaban destruyendo los arrecifes de coral, afectando la biodiversidad y poniendo en peligro a muchas especies marinas. Por otro lado, Leo, el lenguado, sostenía que los peces también tenían su responsabilidad en este problema. Mencionaba que la pesca excesiva y la destrucción de los hábitats costeros también contribuían al deterioro del ecosistema marino. La discusión se volvía cada vez más intensa, pero en lugar de llegar a un punto muerto, decidieron unirse y tomar acción. Lucía y Leo se dieron cuenta de que, para combatir el cambio climático y proteger su hogar, necesitaban trabajar juntos y difundir conciencia entre los demás peces. Decidieron emprender un viaje por los océanos, visitando diferentes comunidades marinas para compartir su mensaje y fomentar la acción colectiva. En su travesía, se encontraron con delfines, tortugas marinas, pulpos y una gran variedad de peces. Les explicaron los efectos del cambio climático en sus ecosistemas y cómo cada uno podía contribuir a frenar sus consecuencias negativas. Animaron a reducir el consumo de energía, promover la pesca sostenible y evitar la contaminación de los océanos. Su historia se extendió rápidamente por todo el océano, y los peces se unieron en un movimiento global para enfrentar el cambio climático. Juntos, crearon áreas marinas protegidas, promovieron la educación ambiental y presionaron a los líderes de las comunidades humanas para tomar medidas concretas en la lucha contra el cambio climático. Con el tiempo, Lucía y Leo se convirtieron en símbolos de la esperanza y la acción ambiental. Su historia inspiró a muchos peces y seres humanos a unirse en la protección de los océanos y la mitigación del cambio climático. Gracias a sus esfuerzos, los arrecifes de coral se recuperaron, la biodiversidad marina floreció y los océanos volvieron a ser un hogar próspero para todas las especies. La historia de la lubina Lucía y el lenguado Leo se convirtió en un cuento atemporal, transmitido de generación en generación, recordando la importancia de la unidad, la conciencia ambiental y la acción colectiva en la lucha contra el cambio climático. Su legado perduró en el tiempo, recordándonos que todos tenemos un papel crucial en la protección de nuestro planeta y sus maravillas naturales.José Pardal