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Mi Señor Jesucristo, Milord, todos hablan de Grandes Maestres y grandes oficiales. Todos usan el manto blanco y cruz de gules. Sin embargo, pocos miran y se sienten atados con cadenas a la cruz del calvario, donde fuiste capaz de mostrarnos el camino y la humildad. No, en estos tiempos muchos quieren cargos y grados honoríficos, diplomas y medallas que cuelgan con orgullo de sus ropajes. Patriarca no significa ser alguien de tu misma estatura o igual a Dios. Este rango de hoy se presenta como un servidor de la Luz y el más grande siempre serás tú, Milord. Todos hablan de Teología, pero tú no cursaste seminarios y escuelas. Tú no hiciste gala de títulos y honores. No, Milord. Sin embargo, quién, en su sano juicio, se Atreve A desafiar tu pureza y tu amor? Nadie. Uno solo Es y Será por Siempre. Cristo Vive. Amén. La tierra puede arder en llamas, que tu paz eterna está en mi corazón. Amén. Gracias mi Dios.

La mayoría de los que nos critican, no ayudan o aportan siquiera un manto, para la ceremonia de investidura. Solo viven y sirven para criticar y dividir. Cierto es que las organizaciones modernas de caballeros templarios, se crean para servir y ayudar a los pobres, débiles y oprimidos. Y también a los hermanos de la comunidad templaria. Dios, que lo ve todo, sabe perfectamente de lo que hablo. Hay cientos de lobos, vestidos de ovejas en las filas de cada organización. Lobos hambrientos y famélicos, que solo saben abrir sus fauces y enseñar sus colmillos. Pero Jesús, el León de Judá, los mira y les advierte que no se metan con los hijos de Dios o serán borrados de la faz de la tierra. Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre mortal, sino contra las tinieblas y la oscuridad que habita en el corazón de esos entes llamados recipientes del maligno. Alguien que divide y siembra la cizaña entre los hermanos, no puede ser hijo del bien y de la Luz. Aunque lo quiera ser o lo aparente. A ti, te digo, eres lo que haces, no lo que dices. Tus acciones dicen más que tus palabras. Y las mías van cargadas de pena por ti, no de odio y de rencor. Siento pena por todos aquellos que solo saben ganarse la lealtad y los grados a costa de calumniar a otros. La paz de Cristo sea con ellos y con todos. Amén.