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La naturaleza de Jesús como hombre, no como Dios: La Biblia y el Corán:

La cuestión sobre la naturaleza de Jesús ha sido un tema que ha suscitado interminables debates a lo largo de los siglos. ¿Es Jesús un Dios, un profeta, o es simplemente un ser humano con una misión única? Para encontrar una respuesta profunda, más allá de interpretaciones humanas, es necesario dirigir nuestra atención a lo que Jesús mismo dijo acerca de su naturaleza. Sus palabras, que están registradas tanto en la Biblia y nuevamente afirmadas por el profeta Mahoma en el Corán, nos ofrecen una ventana para entender quién era realmente.

Jesús se define según por sus propias palabras:

En el Evangelio de Juan, Jesús comparte algo profundamente significativo: "No puedo hacer nada por mí mismo" (Juan 8:28). En esta humildad, Jesús revela una verdad universal: no hay ser humano que sea completamente de supremacía divina. Todos dependemos de algo más grande que nosotros. En su caso, esa dependencia era hacia Dios, el Creador de todo. Este reconocimiento profundo nos invita a reflexionar sobre nuestras propias limitaciones humanas.
En un momento de interrogatorio, cuando se le preguntó sobre el Día del Juicio, Jesús responde: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo mi Padre" (Mateo 24:36). Esta declaración pone de manifiesto que Jesús no tiene conocimiento pleno de todo, un atributo que solo corresponde a Dios, el Creador de todas las cosas.
Jesús, quien fue reverenciado por muchos en su tiempo, también se presentó como un hombre común y corriente. En Juan 8:40, dice: "Yo soy un hombre que les ha dicho la verdad que oí de Dios". Con estas palabras, Jesús no solo reafirma su humanidad, sino que también señala que su vida y enseñanzas no nacen de su propia capacidad, sino que son un reflejo de la voluntad de Dios. Es un recordatorio de que, como humanos, somos canales de algo mayor que nosotros.
El Antiguo Testamento nos deja claro que la esencia de Dios es trascendental. En Números 23:19, encontramos: "Dios no es un hombre, ni hijo de hombre". Este versículo nos ayuda a comprender que Dios no se limita a nuestras percepciones terrenales. La divinidad está más allá de nuestra comprensión humana y no puede ser encasillada en nuestras limitaciones físicas o mentales. Nos invita a trascender nuestra visión materialista y abrirnos a una dimensión espiritual que desafía todo entendimiento humano.
Respecto a las cualidades de Jesús frente a las de Dios, las escrituras muestran cuando alguien se dirigió a Él diciendo "¡Maestro bueno!", Jesús respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios" (Marcos 10:18). Aquí, Jesús nos lleva a un lugar profundo de reflexión: la bondad absoluta no reside en los seres humanos, por muy santos que sean, sino en Dios. En nuestras vidas, esta enseñanza nos recuerda que nuestra bondad, aunque valiosa, siempre depende de una fuente divina.
En un momento crucial de su vida, cuando estaba crucificado, Jesús exclamó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27:46). Este versículo resalta su profundo sufrimiento. Aquí vemos un reflejo claro de su humanidad: un ser que experimenta la angustia, la duda de si mismo, el abandono y la vulnerabilidad. Esta pregunta, que refleja el dolor humano más profundo, nos recuerda que Jesús, a pesar de ser considerado divino por muchos, vivió una experiencia humana con incertidumbres, miedos y sufrimientos. Su naturaleza humana no solo es un tema teológico, sino una realidad existencial en la que se conectó con las luchas que todos enfrentamos día a día.
Tras su resurrección, en Juan 20:17, Jesús declara: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios", reconocido que el no resucitó por si mismo, sino que fue la voluntad del Padre en elevarlo. Este reconocimiento de Dios como su fuente nos ofrece una profunda lección espiritual. Si Jesús, quien fue un ser excepcional, se reconoce como siervo de Dios, ¿nosotros, como seres humanos imperfectos y limitados no deberíamos hacer lo mismo? Esta relación entre Jesús y Dios nos invita a la humildad y a reconocer nuestra dependencia de lo divino en cada momento.

La visión del Corán sobre Jesús:

El Corán también nos da una visión clara de la verdadera naturaleza de Jesús. En Corán 3:59, se dice: "Por cierto que el ejemplo de Jesús ante Dios es semejante al de Adán, a quien creó de barro y luego le dijo: ¡Sé!, y fue". De esta manera, el Corán nos recuerda que tanto Jesús como Adán son creación de Dios. Jesús nació de un milagro, siento María la portadora, pero su existencia es un reflejo del poder divino, no de su propia divinidad.

Además, en el Corán 3:45 se relata el anuncio del nacimiento de Jesús, en el que María recibe la revelación de que será madre del Mesías: "Cuando los ángeles dijeron: '¡María! Dios te da la buena nueva de una palabra que proviene de Él, cuyo nombre será el Mesías, Jesús, hijo de María. Él será importante en este mundo y en el más allá, y estará entre los más cercanos a Dios'". Este versículo subraya que Jesús es un elegido y un mensajero, pero siempre dependiente de Dios. Él no es un ser divino, sino que su misión es reflejar y transmitir la voluntad de Dios a la humanidad. "Ella dijo: '¡Señor mío! ¿Cómo voy a tener un hijo si ningún hombre me ha tocado?' Dijo Él: 'Así será. Dios crea lo que quiere. Cuando decreta algo, le dice: "¡Sé!", y es."Corán 3:47

Respecto a su Divinidad, el Corán 5:75 dice: "El Mesías, hijo de María, no es más que un mensajero; otros mensajeros han pasado antes de él." Aquí, el Corán enfatiza que Jesús, aunque especial, es solo un mensajero, lo que concuerda con la idea bíblica de que él no es Dios.

Cuando Jesús experimenta la muerte, el Corán 3:55 expresa: "Cuando Dios dijo: '¡Jesús, yo voy a hacer que mueras y te elevaré a Mí...'" Este versículo muestra que Jesús, a pesar de su importancia, experimentó la muerte como ser humano, de manera que se alinea con el sufrimiento y humanidad reflejados en la Biblia.

Conclusión:
Dios es el Creador, mientras que Jesús es una creación.
Dios tiene conocimiento absoluto, mientras que Jesús no sabía todo, como lo demuestra su falta de conocimiento sobre el Día del Juicio (Mateo 24:36).
Dios es independiente, mientras que Jesús, en su humanidad, experimentó la necesidad de comer, beber y descansar.
Jesús fue un ser humano y un profeta elegido por Dios para cumplir una misión divina, pero NO era un Dios. Las cualidades de Dios, como la omnipotencia, la omnipresencia y la independencia, son atributos exclusivos de Él, y no pueden ser compartidos por ninguna criatura.
Al reflexionar sobre la vida de Jesús, podemos encontrar no solo una inspiración profunda, sino una invitación a vivir con humildad y dedicación a lo divino. A medida que reconocemos nuestras limitaciones humanas, también nos abrimos a la gracia infinita de Dios, quien, a través de sus mensajeros, nos guía hacia la verdad y nos ofrece la oportunidad de una vida transformada.
Jesús, es la Luz del mundo. Gracias a Dios. Cortesía de nuestro hermano Kevin, hermano en Cristo.

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