Estimados hermanos en Cristo. Parece que muchos no meditan o no alcanzan a comprender la magnitud de esta palabra (cristianos). De la misma forma, se hacen llamar verdaderos hermanos y están muy lejos de ser buenos y leales seguidores de Jesús. Pero este mal no viene de muy cerca. No. Desde la Edad Media ya se venía usando la denominación de cristianos y defensores de la cristiandad. No fueron pocos los que cayeron bajo este precepto y derramaron su sangre por Cristo. Y otros llamados hermanos, los traicionaron. Entre los casos mencionados me voy a detener en los caballeros templarios. Para entender mejor esta Orden religiosa y militar hay que buscar y estudiar. No se puede hablar y menos pretender saber sin antes haber investigado sobre la cuestión. Lo primero, el llamado líber ad milites templi o de laude novae militiae, escrito por el Abad Bernardo de Claraval (San Bernardo). Lo segundo, la regla de los pobres compañeros de Cristo (caballeros templarios). Una vez ubicados en el contexto de la Época, podremos embarcarnos en un viaje a través del tiempo y llegar a la tierra santa, montados quizás en nuestros corceles... O si les parece, en una de las embarcaciones que formaban parte de la flota del temple. Pues, para los que no saben, los templarios tenían su propia flotilla de barcos. Los cuales utilizaban para transportar alimentos, ropas, tropas y caballos, y pasajeros... Así la Orden ganaba y se sustentada no solo de los diezmos que recibía, sino de los servicios que prestaban los hermanos del temple como transportistas y banqueros... No solo eran guerreros y monjes. Después de esto, puede que hubiera mucho más, y podemos pasarnos horas hablando sobre la historia y la leyenda, sobre las mentiras y medias verdades, y sobre las miles de fantasías o especulaciones que se dicen o escriben sobre la blanca milicia de nuestro señor Jesucristo. Hoy... Existen cientos de órdenes u organizaciones neotemplarias. Algunas más alejadas del espíritu y legado del temple, y otras que tratan de mantenerse lo más cerca posible de su historia. Pero no basta con seguir la historia del temple si no se ES un verdadero caballero de Cristo. Un fiel seguidor y siervo (vasallo) del rey de reyes. No se ES cristiano porque sí... Porque se dice y punto. No se ES templario porque se viste un manto blanco... Porque se tuvo la oportunidad de ser investido en una ceremonia privada o pública y de la mano del propio maestre o un sacerdote (prior o presbítero). No. Para ser templario, primero hay que ser caballero y verdadero cristiano. Y cómo se logra esto? Pues, con humildad, con honestidad y con humanidad. Pero... Solo basta con esas tres cualidades para ser un caballero templario? No. Te invitamos a conocer los estatutos de nuestra Orden para que puedas entender mejor por qué somos templarios y con qué objetivos tratamos de serlo y mantener vivo ese legado. Con el favor de Dios y solo para su propia Gloria.
Solo a Dios la Gloria.
Non Nobis Domine... Sed Nomini Tuo Da Gloriam.
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