El capitulo analiza la influencia de las elecciones en Estados Unidos en América Latina, argumentando que la disputa por la región no se define por los resultados electorales en cada país, sino por las grandes tendencias globales. Suramérica se encuentra atrapada entre dos fuerzas: el avance de la derecha globalista y el mundo emergente con sus intereses más alineados con los de América Latina. La desestabilización y polarización política en América Latina son presentadas como parte de una estrategia deliberada para mantener la dependencia de la región, mientras que el autor aboga por la construcción de una hegemonía política de gobiernos populares para enfrentar esta situación.