El capítulo analiza el atractivo del posfascismo entre adolescentes latinoamericanos, argumentando que la promesa de enriquecimiento rápido y la crítica al progresismo liberal explican su adhesión. Se destaca cómo la desilusión con las instituciones, la precariedad económica familiar y la sensación de derrota generacional, alimentada por el realismo capitalista, crean un vacío que el posfascismo llena con discursos individualistas y anti-sistémicos. El texto critica también la privatización de la infancia y la adolescencia, el debilitamiento de la educación y la promoción de una masculinidad violenta, identificando estos como elementos clave en la estrategia posfascista. Finalmente, propone modelos alternativos de masculinidad, cooperación y construcción de lo común como antídoto a este fenómeno.