La JMJ de Lisboa ha superado con creces las expectativas. Una avalancha de peregrinos y una organización impecable han marcado los días que ha durado el macroevento. Además de la pasión y fuerza de la juventud, también ha servido para comprobar la fortaleza y celo apostólico del sucesor de Pedro, a quien apenas un mes y medio antes habían intervenido quirúrgicamente. Entre todas las propuestas que verbalizó, el pontífice argentino reafirmó su empeño en construir una Iglesia poliédrica e inclusiva. Convencido de que la comunidad católica no puede ser una aduana ni reservarse el derecho de admisión, Jorge Mario Bergoglio abrazó a los presentes con sus palabras sin exigirles peaje alguno, ya estén sanos o enfermos, sean justos o pecadores, viejos o jóvenes... todos, todos, todos.