El Sínodo de la Sinodalidad trabaja por alcanzar una Iglesia más participativa. En ese contexto, el liderazgo debe cambiar, sirviendo a la comunidad al estilo de Jesús, para adaptarse a las necesidades actuales. Es necesaria una conversión personal y pastoral, a todos los niveles, para lo cual es imprescindible una adecuada formación. El papa Francisco insiste en volver a Cristo para entender el poder, algo que en la Iglesia no debería seguir el mismo sentido que en el Mundo. La formación de líderes es clave para un futuro esperanzador en ese sentido y el camino de la sinodalidad es el único que lleva a una Iglesia fiel al Evangelio y cercana al mundo, donde la participación de los bautizados no se regule por medio de relaciones verticales de arriba abajo, sino siguiendo otras fórmulas más coherentes con la lógica del Reino de Dios.