Tras su fallecimiento en la mañana del 31 de diciembre, Benedicto XVI entra en la historia por segunda vez. La primera fue cuando en febrero del 2013 anunció su renuncia al ministerio petrino. Una y otra vez, Joseph Ratzinger insistió en que las razones no eran otras que su frágil salud, por mucho que desde muchos ámbitos se señalasen otras causas como el caso Vatileaks o la crisis de la pederastia. Ya con Francisco al timón se puso de manifiesto un tándem más que interesante, uno poco común en la esfera más cotidiana de lo eclesial: comunión en la diversidad. Pero tampoco han faltado quienes han querido enfrentarles utilizándolos como arma arrojadiza al uno contra el otro.
