Francisco ha completado su cuarto viaje a África con República Democrática del Congo y Sudán del Sur como destinos. Se ha desarrollado sin incidentes, lo que supone un éxito dado el riesgo implícito que conlleva pisar unos escenarios donde la violencia parece devorarlo todo. El pontífice acostumbra a no guardarse nada en sus denuncias públicas y en esta ocasión tampoco lo ha hecho. Clamó contra el neocolonialismo que explota sin piedad y que perpetúa el hambre, las violaciones a mujeres y niños y la destrucción de la casa común. También ha ejercido como mediador de la paz, desbloqueando un proceso de paz muy complicado. Su viaje ha servido como altavoz para que el mundo conozca a las víctimas de las vejaciones y a los desplazados de diverso tipo. Francisco ha gritado con África. África ha gritado con Francisco. “¡No podemos esperar más!”, dijo él mismo.