Durante las últimas décadas, las hermandades y cofradías de la Semana Santa han emprendido un proceso de renovación muy relevante, encaminado a que esta manifestación de la fe popular deje de presentarse como un momento puntual de fervor y pueda verse como lo que verdaderamente es, fermento para la construcción de comunidades evangelizadoras y eclesiales en las que se vive y se cuida el ser creyente más allá de la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Con el paso del tiempo, la mujer ha ido haciéndose un hueco para reclamar la igualdad bajo el palio. el mundo cofrade arrastra todavía hoy un poso de discriminación arraigada que resulta difícilmente comprensible. En tiempos de sinodalidad, las hermandades y cofradías han de empaparse de una corresponsabilidad entre hombres y mujeres que no se puede demorar.
