En un relato crudo y visceral, se narra la masacre de Calanda de mil ochocientos treinta y seis. La pluma nos sumerge en el asedio de las tropas carlistas de Ramón Cabrera, el Tigre del Maestrazgo, contra una villa defendida con más coraje que medios. La narración, de estilo literario y novelado, detalla la heroica pero inútil resistencia, el brutal asalto final a la iglesia y la matanza sistemática que le siguió. Es un texto que explora la deshumanización de la guerra, el rencor como motor de la violencia y la profunda cicatriz que la barbarie deja en la memoria de un pueblo.