Dios y Yo S. Juan 1:1 "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios." Hablar sobre la deidad de Jesús es afirmar que Jesús es Dios. El pasaje de hoy es una base bíblica para refutar la idea que algunas personas tienen sobre la divinidad de Jesús. Mucha gente acepta a Jesús como un personaje histórico que existió en la tierra, hizo milagros y fue un gran hombre, un gran profeta, pero cuando se les presenta la idea de que ese mismo Jesús no fue un simple hombre, sino que también es Dios con nosotros, es cuando comienza el debate sobre su deidad. El texto que hoy estudiamos lo explica claramente: "En el principio era el Verbo." Aquí se habla de la eternidad de la segunda persona de la Trinidad, que es el Hijo. Luego nos dice que ese Verbo eterno, que ha existido siempre, se hizo hombre entre nosotros. La Palabra claramente dice: "Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros." Cuando hablamos de la deidad de Jesús, afirmamos que Él es el Verbo Eterno. Para muchos, este punto doctrinal es difícil de entender, pero es fundamental no solo para la fe cristiana, sino también para la salvación de la humanidad. Si dejamos de aceptar a Jesús como el Verbo eterno, como Dios encarnado, rechazamos la única forma de salvación. La única ofrenda aceptable a Dios era un cordero sin mancha, y solo Jesús cumplía ese requisito: el Verbo hecho carne, el Verbo encarnado y eterno. ¿Se da cuenta de la importancia de aceptar esta doctrina básica para la salvación? Negarla es negar al Hijo de Dios y la única forma de salvación disponible para nosotros. Por eso, es esencial que tengamos claro en nuestra mente y fe que Jesús es Dios. Estimado lector o escucha, quizás usted no tenga dudas sobre la deidad de Jesucristo, pero hoy no solo quiero desafiarle a creer en su divinidad, sino también a abrirle su corazón, si aún no lo ha hecho, a Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Así, no solo conocerá la verdad, sino que la experimentará de manera maravillosa. No solo digamos con nuestra boca que Jesús es Dios, sino recibámoslo en nuestro corazón y proclamémoslo al mundo. ¡Jesús es Dios! Pastores Marroquín