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Dios y Yo Romanos 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Hay preguntas que son necesarias responder, y estas son algunas de ellas. El apóstol Pablo, escribiendo en esta carta a los romanos, nos hace una confrontación a nosotros, la iglesia, dándonos a entender que estas preguntas son necesarias responderlas para que el evangelio siga corriendo y siga predicándose en todo el mundo. La Palabra de Dios, en un contexto cercano, nos habla sobre que todo aquel que invocare el nombre de Jesús será salvo, y que debe confesarlo con su boca y creer si es que quiere ser salvo. Debe confesar a Jesucristo como su Salvador y debe creer que Dios fue el que le levantó de los muertos; de esta manera, todos podrán ser salvos. ¿Se imagina que de una confesión salvadora viene una responsabilidad necesaria para todos aquellos que sabemos que Jesucristo es el único que puede salvar? Allí es donde comienza la primera pregunta: ¿cómo van a poder invocar el nombre del único Salvador si no le conocen? Es responsabilidad de nosotros hacer que ellos conozcan, o que todos conozcan a este Salvador. No es obligación que tengan que recibirlo o creer en Él, pero sí es obligación que tengan que conocerlo. De allí, si ellos quieren invocarlo o no, eso nos lo aclara la parte siguiente del versículo: "¿Y cómo creerán en aquel en quien no han oído?" Se puede imaginar: la responsabilidad de nosotros no es que ellos tengan que creer, sino que tengan que oírlo. Así que no podemos quedarnos callados. Nosotros somos los responsables de esta necesidad que todo el mundo tiene de conocer, o al menos de saber, que existe un Salvador universal. Por último, nos dice: ¿cómo podrán ellos saber de este Salvador si no hay quien les predique? Si usted se da cuenta, las tres preguntas se sintetizan en tres verbos importantes: invocar, creer y oír. Es necesario que ellos puedan invocar para creer, pero también es necesario que, para creer, tengan que oír. Es allí donde entra la responsabilidad de nosotros: tenemos que hacer que oigan, para que puedan tener la oportunidad de creer, pero ya queda en ellos si le invocan o no. Por ello, estimado lector o escucha, nosotros que ya conocemos de Jesucristo, nuestro Salvador, que hemos confesado a Jesús como nuestro Salvador, que hemos creído en Él como nuestro Salvador, el mundo necesita saber que solo hay un Salvador, y es Jesucristo. De nosotros depende que podamos hacer que muchas personas también puedan invocar, creer y oír de este gran Salvador. De esta manera, respondemos las preguntas que son nuestra responsabilidad. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín